LITURGIA CAMPAÑA DEL ENFERMO 2017


PASCUA DEL ENFERMO
Pastoral de la salud y ecología integral
“Salud para ti, salud para tu casa” (1 Sam.25,6)

·      La Pascua del Enfermo (VI Domingo de Pascua) es el final de un itinerario que se inicia el 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo.
·      La Campaña se centra en la Prevención de la enfermedad, a raíz de la llamada que el Papa Francisco nos hace en la Encíclica Laudato Si, alertando de los riesgos que el deterioro del medio ambiente tiene para la salud. Así como los beneficios sanitarios que produce un cuidado del entorno ambiental.
·      La Iglesia española se acerca tradicionalmente en este domingo, en el seno de sus comunidades parroquiales, al mundo de los enfermos, sus familias y los profesionales sanitarios, así como mostrando el rostro de Cristo curando y acompañándoles.
·      La importancia de los símbolos en las celebraciones: el tema propuesto nos llama a resaltar varios posibles signos: el Cirio pascual como luz de Cristo que ilumina nuestra acción y nuestra esperanza; el Espíritu Santo, como defensor ante las dificultades y angustias de la enfermedad; cualquier signo de la naturaleza (planta, fuente, paisaje,…) para mostrar el regalo que Dios nos ha hecho como casa de todos, y origen de nuestra salud; y los signos naturales que ya se utilizan en la liturgia (pan, vino, aceite,…).
·      También se puede y debe usar:
·      Cartel y estampa de la Campaña,
·      Subsidios litúrgicos,
·      Signos propuestos.

Monición de entrada
Desde hace 32 años la Iglesia española celebra la Pascua del enfermo el VI domingo de Pascua. El tema de este año es “Pastoral de la salud y ecología integral”.
Con él, queremos centrarnos en la Prevención de la enfermedad, a raíz de la llamada que el Papa Francisco nos hace en la Encíclica Laudato Si, alertando de los riesgos que el deterioro del medio ambiente tiene para la salud; así como los beneficios sanitarios que produce un cuidado del mismo.
Cuidar que el ambiente en que vivimos sea sano, produce salud; al contrario, vivir en un medioambiente degradado es origen de muchas enfermedades. En esta Campaña queremos, pues, tomar conciencia de esto, sabiendo lo que ya nos recuerda el refrán “más vale prevenir que curar”.
Ante ello, la Iglesia estamos llamados a sensibilizar y alertar de los riesgos, a denunciar aquellas situaciones medioambientales perjudiciales, así como a cuidar y curar a quienes se han visto afectados por enfermedades relacionadas con la degradación medioambiental.
Con este deseo, y uniéndonos a Cristo Resucitado, (acogemos también en esta celebración a los hermanos que van a recibir el Sacramento de la Unción).
Con alegría y gozo, iniciamos esta celebración.


Sugerencias para la Homilía
1.      Las lecturas del día
Hch. 8,5-8.14-17: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. En la evangelización de la Iglesia naciente se nos muestra la necesidad de la fuerza del Espíritu Santo para llevar a cabo la misión universal.
Esta evangelización se expresa con signos, entre los que destacan las curaciones, la atención a los enfermos, tal como había sido una constante en la vida de Jesús. Hoy uno de esos signos debe ser trabajar por evitar enfermedades, cuidado el entorno en el que vivimos; reduciendo lo más posible el número de enfermos.
Todo esto provoca Alegría. Es la alegría del Resucitado que sigue dando Vida. Es por ello que en nuestra misión eclesial con los enfermos –párrocos, grupos parroquiales de pastoral de la salud y cristianos todos- no podemos quedarnos en la tristeza del sufrimiento, sino llevarles la Buena Noticia y el testimonio alegre del Resucitado, “aún cuando hay que sembrar entre lágrimas” (EG.10).

Sal. 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20: Aclamad al Señor, tierra entera. El salmista nos invita a descubrir las maravillas que el Señor ha hecho, también en la creación, donde ha preparado todo al servicio de sus hijos, y a saltar de alegría.
En la experiencia de la enfermedad es común la oración de petición, pero mucho menos lo es la de alabanza y acción de gracias. En este salmo se nos invita a alabar a Dios por sus grandes obras a favor de los hombres (v.5), y también a favor de cada uno, personalmente (v.16).

1P. 3,15-21: Como era hombre, lo mataron, pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. En este texto Pedro habla a la comunidad sobre los sufrimientos pastorales y sociales que tienen que afrontar, y cómo afrontarlos.
Indica que el cristiano, apoyado en Cristo, está llamado a dar razón de su esperanza, con palabras y con la propia vida; especialmente desde un estilo sin miedos, con delicadeza y respeto.
Un texto que puede ser estímulo de vida para cada enfermo y familia. Confiados en el Resucitado, damos razón de por qué vivimos y actuamos así, con esperanza y sin miedos.

Jn. 14,15-21: Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor. Se sitúa este texto dentro de la última cena de Jesús el cual les está dirigiendo un discurso de despedida en intimidad a sus discípulos. Parece como si estuviéramos escuchando las últimas voluntades de un ser querido al pie de la cama. Jesús no está enfermo, pero sabe que va a morir, por eso quiere tranquilizarlos y darles esperanza.
Acaba de predecirles la traición de Judas y la negación de Pedro, y pedirles que sirvan y se amen unos a otros. De decirles directamente que lo van a traicionar y abandonar en el peor momento, pero Él no se lo tendrá en cuenta, pues Él es siempre fiel, jamás nos abandona, por eso nos deja al Espíritu Santo “defensor”. Su promesa sigue fiel, una ‘promesa de presencia’ que dura por siempre.
También el Papa nos invita en Laudato Si a ser ‘defensores de los pobres y frágiles’, pues generalmente son los que más sufren las consecuencias de la degradación medioambiental (cf.LS.48,79,91).
  
[Rito del Sacramento de la Unción: (allí donde haya personas enfermas para recibir el sacr)


Imposición de las manos. El sacerdote/obispo, en silencio, les impone las manos.

Si el óleo está ya bendecido, dice sobre él una oración de acción de gracias:

V. Bendito seas Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
V. Bendito seas Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
V. Bendito seas Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo.
R. Bendito seas por siempre, Señor.

V. Mitiga, Señor, los dolores de estos hijos tuyos, a quienes ahora, llenos de fe, vamos a ungir con el óleo santo; haz que se sientan confortados en su enfermedad y aliviados en sus sufrimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos, diciendo una sola vez:

POR ESTA SANTA UNCIÓN Y POR SU BONDADOSA MISERICORDIA TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO. (Cruz en la frente)
R. AMÉN.

PARA QUE, LIBRE DE TUS PECADOS, TE CONCEDA LA SALVACIÓN Y TE CONFORTE EN LA ENFERMEDAD. (Cruz en la palma de las manos)
R. AMÉN.

Después dice esta oración:

Oremos.
Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures el dolor de estos enfermos, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecidos por tu misericordia, se incorporen de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.]


Oración de los Fieles: (puede escogerse alguna de las preces propuestas o todas)
Elevemos nuestra oración a Dios Padre, en quien ponemos nuestra confianza en este tiempo Pascual. Lo hacemos por mediación de María, salud de los enfermos, respondiendo:

R. Señor resucitado, escúchanos.
    Por la Iglesia: para que ésta se muestre cercana a las angustias y esperanzas de los hombres, y promueva un estilo de vida y de mundo saludable. Oremos.
    Por la creación entera, obra preciosa del Padre, tantas veces degradada por las ambiciones y pecados de los hombres: para que, a través de nuestra acción, se convierta de nuevo en hogar habitable, en casa común del Padre para todos. Oremos.
    Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando a Cristo Resucitado como su Defensor, se llenen siempre de esperanza y vida. Oremos.
    Por los enfermos a causa de problemas medioambientales: para que sientan que la Iglesia los tenemos en el centro de nuestras preocupaciones, y que su ejemplo nos motiva para seguir luchando por la prevención. Oremos.
    Por las familias de los enfermos, los profesionales sanitarios, los voluntarios, y todos aquellos que les atienden y cuidan, para que se conviertan en el rostro de Jesús al lado de quien sufre. Oremos.
    Por nuestra comunidad cristiana: para que lleve a cumplimiento las palabras de Jesús: “nunca os dejaré huérfanos”, y se convierta en hogar y familia para todos, especialmente aquellos que están más solos o no tiene una familia a su lado. Oremos.

Escucha, Padre, nuestra oración y danos tu Espíritu de vida, para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y nos comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN:

Dios Padre, amigo de la vida,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor.

Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar y cuidar
a los abandonados y olvidados de esta tierra 
que tanto valen a tus ojos.

Sana nuestras vidas,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.

Toca nuestros corazones
y enséñanos a descubrir el valor
de cada persona y de cada cosa,
porque todos somos custodios
de la salud de nuestros hermanos
y de la salud del mundo.

Amén




 JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
El asombro ante lo que Dios realiza
“El Poderoso ha hecho obras grandes en mí” (Lc. 1,49)
L I T U R G I A           11 de febrero




·      La Jornada Mundial del Enfermo –en España- es el inicio de un itinerario que comienza el 11 de febrero y culmina en la Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua.
·      La Campaña de este año se centrará: el 11 de febrero, en la figura de María en las apariciones de Lourdes; y en la Pascua del Enfermo (21 de mayo) en la Prevención de la enfermedad, invitación que nos hace el Papa en Laudato Si.
·      La importancia de los símbolos en las celebraciones: el tema propuesto nos llama a resaltar varios posibles signos: la figura de María, algún símbolo de vida, naturaleza, compromiso ecológico, o de investigación o prevención.
·      También se puede y debe usar:
·      Cartel de la Campaña.
·      Subsidios litúrgicos.




 

11 de febrero (sábado): “Jornada Mundial del Enfermo” (pontificia y dependiente de la CEE, obligatoria). Liturgia del día (aunque por utilidad pastoral, a juicio del rector de la Iglesia o del sacerdote celebrante, se puede celebrar con el formulario «Por los Enfermos», cf. OGMR 376), alusión en la monición de entrada y en la homilía; intención en la Oración Universal.
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido; si se hace la conmemoración de Nª Sª de Lourdes 1ª oración propia y el resto de la bienaventurada Virgen María o de los enfermos, Pf. Común o de la Virgen.






Monición de entrada:
En esta memoria litúrgica de Ntra. Sra. de Lourdes, la Iglesia universal nos invita a celebrar los 25 años de la Jornada Mundial del Enfermo. Una celebración que, en España da inicio a la Campaña que discurrirá hasta la Pascua del enfermo el VI domingo de Pascua.
            El tema de esta Jornada es “El asombro ante las obras que Dios realiza. «El Poderoso ha hecho obras grandes en mí» (Lc.1,49)”, que remite a la figura de María como instrumento-intermediaria del Padre para realizar su acción, y sus obras maravillosas con sus hijos, especialmente los más vulnerables y necesitados.
Como ella, también nosotros, somos llamados a servir de instrumentos de Dios para la maravillosa obra del cuidado y la salud de nuestros hermanos enfermos.
Que ella nos impulse en esta preciosa misión.

Sugerencia de Celebración:
Leccionario “Misas de la Virgen María”: Formulario 44 (La Virgen María, salud de los enfermos), pags.174-177.
Oración colecta:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Él soportó nuestros sufrimientos

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 1-15. 7-10
¿Quién creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.: 1a. 3a)

R. Bendice, alma mía, al Señor; él cura todas tus enfermedades.

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

EVANGELIO

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
— «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor.

Oración de los Fieles:
Elevemos nuestra oración a Dios Padre, en quien ponemos nuestra confianza. Lo hacemos por mediación de María, salud de los enfermos, respondiendo:

R. Confiamos en tí, Padre todopoderoso.
    Por la Iglesia: para que todas las personas puedan experimentar en ella la fuerza del corazón misericordioso del Padre. Oremos.
    Por nuestro mundo, marcado por el sufrimiento en sus distintas formas, para que descubra en el Siervo sufriente un modelo para afrontar las dificultades o enfermedades. Oremos.
    Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio de la enfermedad, sientan también la presencia cercana y maternal de la Virgen. Oremos.
    Por las familias de los enfermos, los profesionales, los voluntarios, y todos aquellos que les atienden y cuidan, para que reciban la fuerza de María y se conviertan para nosotros en ejemplo de cómo tratar a cada enfermo como una persona. Oremos.
    Por todos los religiosos y religiosas consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para que, como María en su visita a Isabel, sean imagen de la solicitud de Cristo por los hermanos que nos necesiten. Oremos.
    Por nuestra comunidad cristiana: para que se muestre siempre cercana a las necesidades de quien sufre, y sea constructora de un entorno saludable. Oremos.

Escucha, Padre, nuestra oración y danos un corazón compasivo como el de María, para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y nos comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Oración sobre las ofrendas:
Señor, escucha las plegarias y recibe las ofrendas que te presentan los fieles en honor de santa María, siempre Virgen; que sean agradables a tus ojos y atraigan sobre el pueblo tu protección y tu auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA BRILLA COMO SIGNO DE SALUD PARA LOS ENFERMOS

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias
y deber nuestro glorificarte, Padre santo.

Porque la santa Virgen María,
participando de modo admirable en el misterio del dolor,
brilla como señal de salvación y de celestial esperanza
para los enfermos que invocan su protección;
y a todos los que la contemplan,
les ofrece el ejemplo de aceptar tu voluntad
y configurarse más plenamente con Cristo.
El cual, por su amor hacia nosotros,
soportó nuestras enfermedades
y aguantó nuestros dolores.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria,
unidos en común alegría.

Permítenos asociamos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Oración de postcomunión:
Hemos recibido gozosos, Señor, el sacramento que nos salva, el Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, en la celebración de su Madre, la bienaventurada Virgen María; que él nos conceda los dones de la vida temporal y de la eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Textos de ayuda para preparar la homilía:
Del  Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo, 11 febrero 2017.

  • El tema elegido se inscribe en el marco de la celebración del 25 Aniversario de la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por S. Juan Pablo II en 1992, y celebrada por primera vez el 11 de febrero de 1993. Aunque en España ya se llevaba realizando desde hacía 8 años en el VI Domingo de Pascua.
·         Constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general; y, al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos.
·         Además, esta celebración renueva en la Iglesia la fuerza espiritual para realizar de la mejor manera posible esa parte esencial de su misión que incluye el servicio a los últimos, a los enfermos, a los que sufren, a los excluidos y marginados.
·         Deseo expresar mi cercanía a todos vosotros, hermanos y hermanas, que vivís la experiencia del sufrimiento, y a vuestras familias; así como mi agradecimiento a todos los que, según sus distintas ocupaciones y en todos los centros de salud repartidos por todo el mundo, trabajan con competencia, responsabilidad y dedicación para vuestro alivio, vuestra salud y vuestro bienestar diario.
·         Me gustaría animar a todos los enfermos, a las personas que sufren, a los médicos, enfermeras, familiares y a los voluntarios a que vean en María, Salud de los enfermos, a aquella que es para todos los seres humanos garante de la ternura del amor de Dios y modelo de abandono a su voluntad; y a que siempre encuentren en la fe, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, la fuerza para amar a Dios y a los hermanos en la experiencia también de la enfermedad.
·         Bernadette cuenta que la Virgen, a la que llamaba «la hermosa Señora», la miraba como se mira a una persona. Estas sencillas palabras describen la plenitud de una relación. Bernadette, pobre, analfabeta y enferma, se siente mirada por María como persona. La hermosa Señora le habla con gran respeto, sin lástima.
·         Esto nos recuerda que cada paciente es y será siempre un ser humano, y debe ser tratado en consecuencia. Los enfermos, como las personas que tienen una discapacidad incluso muy grave, tienen una dignidad inalienable y una misión en la vida y nunca se convierten en simples objetos, aunque a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es así.
·         A Bernadette, María le dio la vocación de servir a los enfermos y la llamó para que se hiciera Hermana de la Caridad, una misión que ella cumplió de una manera tan alta que se convirtió en un modelo para todos los agentes sanitarios. Pidamos pues a la Inmaculada Concepción la gracia de saber siempre ver al enfermo como a una persona que, ciertamente, necesita ayuda, a veces incluso para las cosas más básicas, pero que también lleva consigo un don que compartir con los demás.
·         La mirada de María, Consoladora de los afligidos, ilumina el rostro de la Iglesia en su compromiso diario en favor de los necesitados y los que sufren. Los frutos maravillosos de esta solicitud de la Iglesia hacia el mundo del sufrimiento y la enfermedad son motivo de agradecimiento al Señor.
·         Tanta riqueza de humanidad y de fe no debe perderse, sino que nos ha de ayudar a hacer frente a nuestras debilidades humanas y, al mismo tiempo, a los retos actuales en el ámbito sanitario y tecnológico.
·         En la Jornada Mundial del Enfermo podemos encontrar una nueva motivación para colaborar en la difusión de una cultura respetuosa de la vida, la salud y el medio ambiente; un nuevo impulso para luchar en favor del respeto de la integridad y dignidad de las personas, incluso a través de un enfoque correcto de las cuestiones de bioética, la protección de los más débiles y el cuidado del medio ambiente.
·         Renuevo, con mi oración y mi aliento, mi cercanía a los médicos, a los enfermeros, a los voluntarios y a todos los consagrados y consagradas que se dedican a servir a los enfermos y necesitados; a las instituciones eclesiales y civiles que trabajan en este ámbito; y a las familias que cuidan con amor a sus familiares enfermos. Deseo que todos sean siempre signos gozosos de la presencia y el amor de Dios.


ORACIÓN

Dios Padre, amigo de la vida,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor.

Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar y cuidar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.

Sana nuestras vidas,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.

Toca nuestros corazones
y enséñanos a descubrir el valor
de cada persona y de cada cosa,
porque todos somos custodios
de la salud de nuestros hermanos
y de la salud del mundo.

Amén










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